Conocemos el silencio?
2009
Actualmente con la modernidad, con la tecnología, nos hemos olvidado del desarrollo interno, ese crecimiento espiritual que todos deberíamos tener, ese reconocimiento personal, ese compartir con la naturaleza, de la cual venimos, de la cual somos parte, NO nos conocemos, vivimos en ese constante correr, nerviosismo, estado de alteración total que nos produce la calle, el tráfico, y ese hogar que no nos permite aislarnos, sino que mas bien contribuye mantenernos en contacto con todo este mundo de la “calle”, que en vez de quedarse allí, nos acompaña a la casa, al dormir, al comer, gracias a esa arquitectura, a ese diseño que a partir de ese crecimiento demográfico y muchas razones históricas, nos ha condenado a vivir en cajas de fósforos, con las nuevas tendencias como el uso del vidrio se ha perdido la intimidad, el regocijo, cosa que le parece intolerable a Luis Barragán, arquitecto con una sensibilidad impresionante, con un pensamiento fascinante, quien busca siempre una arquitectura emotiva, basada en el misterio, en esa cualidad humana y necesaria como es la intimidad, considerando los muros como un elemento indispensable que proporciona protección, abrigo, aislamiento, tranquilidad, eliminando el ruido, buscando el silencio.
Con una fascinación por la naturaleza, la cual debe ser respetada, amoldándose a ella la arquitectura, como dice él mismo “para mi lo bello es la unidad entre el paisaje y la expresión estética, la de la arquitectura”; para él la búsqueda de la belleza es indispensable en todos los ámbitos de la vida, por lo cual afirma que pueden haber muchas respuestas para un problema, pero debe tomarse la que proporcione belleza, de lo contrario no es válido, la que ofrece emoción y belleza al espectador, esa es la correcta y un arquitecto deberá lograr alejar la ansiedad y erigir ilusiones; por eso el jardín es indispensable, debe vivirse, debe ofrecerte abrigo y permitir “encontrarte”, aislarte. Y como afirma él mismo “todo lo que es hermoso tiene su razón de ser; es esencial, hace falta”.
Asegura, lo importante es el enigma, el misterio, el contraste entre lo grande y lo pequeño, con un gusto por los espacios grandes y fuertes, los cuales observaba en la arquitectura popular (plazas, patios, etc.); para él la lava volcánica no es sinónimo de muerte y como él mismo lo dice “cualquier grieta en las rocas que tienen miles de años, el polvo la ha penetrado y fertilizado…”, “¿Por qué todo eso que a los demás le parecía tan hostil, a mi me atraía tan poderosamente y me invitaba a quedarme horas allí?”…al leer estas frases recordé a Nelson Garrido, al plantear “he llegado a la conclusión de que la muerte no existe, que la vida se transforma y cambia de forma” “…creo que en la pudrición también hay vida, sólo que es otro tipo de vida …la muerte que se transforma continuamente y tiene una estética muy hermosa”, pude observar el pensamiento o el gusto de ambos, por situaciones o hechos de la vida que resultan molestos para el colectivo, pero que para ellos es atractivo, sin embargo, estoy clara en que no coinciden en nada, Barragán buscar el placer en la belleza, mientras que Garrido, en su obra no tiene nada sublime y está recargada de una fealdad bufonesca, como espejo de esa violencia sin sentido que nos carcome y que muestra el lado menos espiritual que todos nosotros en un momento dado podemos exhibir.
Los espacios de las obras de Barragán se caracterizan por la soledad, y como él mismo dice “la soledad sale sola, de forma espontánea; es la expresión primera del ser humano”; ésta muchas veces perturba, pero nunca será totalmente silencio, Jaume Plensa afirma “para William Blake “un pensamiento llena la inmensidad.” Quizás un pensamiento no sea sino uno más de nuestros ruidos corporales, y nuestro cuerpo uno más de los ruidos de la vida. Te invito a que escuches esos ruidos. Te invito a que imagines el silencio”, esto es lo que hemos perdido en esta era cibernética y caótica en la que nos encontramos, la búsqueda de ese silencio, de ese conocernos, de ese escucharnos, que nos llevará a ese crecimiento espiritual.
TEXTO VI: BORNHORST, Dirk (2001). Valores perennes de la arquitectura. Caracas, Oscar Todtmann editores.
Katherine Aguilar
Arquitecta - Diseñadora

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by Katherine Aguilar.

