“El tiempo es el gran escultor”, de las cosas y de uno mismo, y se puede decir que esta frase es muy cierta, la arquitectura se hace en equipo, con ingenieros, constructores, se construye en semanas, meses, años, a lo largo del tiempo ella se pule se define, al igual que todos los seres humanos.

La academia nos enseña, nos reprime de cierta manera en algunos momentos, pero no podemos tomarlo de esa forma, sino que nos inculcan ciertas normas, parámetros que debemos cumplir y que debemos conocer para en un futuro al conocer las reglas poder romperlas, poder marcar nuevos parámetros o saber usarlos, es un momento de la vida que debemos aprovechar, es el instante en donde podemos intercambiar ideas, reforzar conocimientos, crear conocimiento, es el lugar esencial para el crecimiento personal.

 

La investigación y el proyecto deben ir de la mano, esa investigación no debe resultar fastidiosa sino debe ser un placer al saber, siempre debemos buscar el conocimiento, ese “querer saber” debe ser un regalo espiritual, que nos permite crear un mundo interior, un pensamiento, ese conocimiento es un camino, una meta que debemos encontrar.

 

En el momento del proyecto debemos entender y tratar de ordenar lo que tenemos en el subconsciente para trasmitirlo, por lo que esas respuestas debemos buscarlas, ya que la arquitectura no opera de la nada, ese proceso por el cual pasamos nos proporciona elementos para descubrirnos, sin embargo, éste no le importa a los otros, ellos solo quieren oír de arquitectura, en un momento me frustraba esta actitud pero ahora lo entiendo y tienen razón, uno puede tener un discurso correcto, pero si este no tiene una coherencia con las operaciones de diseño de nada sirve, muchas veces nos centramos en validar los discursos y justificar todo olvidando el verdadero problema, ese proceso nos permite encontrar esa luz interior, ese motor que nos impulsa, el cual debe estar lleno de constancia y exigencia provenientes de nosotros mismos, somos nosotros los que nos permitiremos llegar lejos.

El arquitecto debe tener sensibilidad urbana, y tratar de investigar otras disciplinas, las cuales pueden integrarse a la arquitectura, de hecho en ella participan muchas indirectamente, sin que nos demos cuenta.

 

Nunca hay repuestas definitivas pero uno construye ciertas cosas, lo que decimos, pensamos hacemos permiten construir el lugar que habitamos, la ciudad, ese gran espectáculo que nos espera cada día, llena de vida, de gente, de arquitectura, concebida esta “para el ser humano”, para ese colectivo.

Esos momentos vividos en este intensivo no los olvidaré, las reflexiones y conversaciones que se erigían nos daban pie a nuevas reflexiones, cambios en el pensamiento o más bien anclar esas opiniones personales acerca de diferentes tópicos, pienso que espacios de conversación como éste son fundamentales en la vida del estudiante y deberían difundirse.

Una frase que me marco fue “para poder llegar al silencio, hay que transitar por todas los lenguajes y códigos”, afirmación que sólo se puede llegar a realizar después de un camino largo y fuerte, que debemos recorrer con mucha alegría aunque en ocasiones no podamos pero debemos levantarnos y continuar, ya que de esos tropiezos se aprende y gracias a ellos es que podemos alcanzar el éxito o ser buenos en lo que realmente amamos hacer.